Siempre, desde niños, nos han enseñado que la felicidad sólo la alcanzaremos -limitada en vida o plena en el Cielo- cumpliendo la Voluntad de Dios.
Por eso, hace poco tiempo, me llevé una sorpresa al caer en la cuenta de que en la única oración que nos vino directamente de los labios del Redentor, el Padrenuestro, en la que se supone que cada término, cada intención y hasta el orden de las plegarias que la componen está decidido por El que todo lo sabe, Jesús enseña a pedir primero la venida del Reino de Dios – “venga a nosotros tu Reino”- y sólo después imprecar que se haga la Voluntad del Padre “en el Cielo como en la tierra”.
No tengo la solidez teológica capaz de interpretar lo que refleja este orden de peticiones en la Mente Divina. Sin embargo, intuyo que formaliza la esperanza mesiánica: la auténtica realización de la voluntad de Dios sólo es posible, en plenitud, cuando el Reino está presente y actúe en el corazón y en la historia de la humanidad. Pedir “venga a nosotros tu Reino” es invocar un mundo transformado por la justicia, la misericordia y la presencia de Dios, y sólo después se puede decir “hágase tu voluntad”, lo que implica nuestra total apertura y colaboración con ese Reino. Hasta entonces, el Reino de Dios tendrá una presencia en los corazones y los espíritus de los seres humanos que lo acepten, una existencia limitada en las estructuras humanas y en sus sociedades y la Voluntad de Dios se realizará hasta donde el libre albedrío de cada ser humano lo permita.
Me resultan muy intrigantes también varias expresiones divinas que se pueden leer en el libro del Apocalipsis. Cristo anuncia en varias ocasiones: “Vengo pronto” (Ap. 22:7, 12, 20), adverbio que quiere sacudir al creyente del letargo y despertar la actitud vigilante típica del Adviento. Llevamos más de dos mil años leyendo ese texto y basta recurrir a las palabras de San Pedro en su segunda carta: «para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.» o al Salmo 90 «Mil años son ante tus ojos como el día de ayer que pasó, como una vela de la noche», para confirmar que la expresión no significa necesariamente inmediatez cronológica -no desde luego humana- ,sino certeza, urgencia espiritual y la invitación a estar preparados ante la irrupción de Dios en nuestra historia en cualquier momento.
El Adviento es el tiempo litúrgico cristiano de preparación para la venida de Cristo, tanto en su nacimiento en Belén como en su segunda venida gloriosa al final de los tiempos. Esta espera se vive con esperanza activa, reflexión, arrepentimiento y alegría, y está profundamente ligada a los grandes anhelos, las profecías y la pedagogía espiritual tanto del Antiguo Testamento como del mensaje de Jesús y la Iglesia. Las más de cuatrocientas promesas de la llegada del Mesías contenidas en el Antiguo Testamento se cumplen – a la perfección en tiempo y forma- en Jesucristo, quien inaugura el Reino de Dios con su predicación, su vida, su muerte y su resurrección. El Reino es una realidad – “ya, pero todavía no”- presente en acto donde se vive el amor de Dios, pero pendiente de su plenitud futura.
Jesús anunció y realizó signos del Reino (milagros, perdón, justicia, fraternidad), y dejó a la Iglesia la misión de preparar el mundo para su retorno definitivo. Nuestra Madre habló en Fátima del Triunfo de su Corazón Inmaculado en la tierra y hay revelaciones privadas -por ejemplo, la del Beato Bernardo de Hoyos, que no es la única- en la que le es revelado por el Señor que «Reinaré en España… y con más veneración que en otras partes». (Conoce brevemente la vida del Beato y el contenido de la Gran Promesa en este enlace).
Otras fuentes, con un grado diferente de autenticidad oficial reconocida por la Iglesia, también anuncian un periodo de tiempo en el que las promesas de restauración del estado creado del hombre y de la naturaleza antes del pecado original serán una realidad en la Historia, antes del fin del mundo. No sabemos “ni el día ni la hora” y no es saludable caer en el frenesí de las predicciones, que nos despistan de lo esencial, pero sirven de orientación adicional.
El mundo que nos toca vivir parece que sólo muestra con machaconería decadente la violencia, el desprecio a la verdad, la injusticia revestida de poder, la soledad del ser humano, la desesperación… nada que se parezca remotamente al mundo que Dios nos ha transmitido que quiere para la humanidad. Pero lo verdaderamente esencial del Reino de Dios es que sea salvador, justo y misericordioso en el corazón de las personas y, como consecuencia, en la historia humana. Que suponga una transformación radical de la vida humana, contando con la libertad de la que disponemos, para que esté orientada al amor, la verdad y la justicia. “Venga a nosotros tu Reino” es clamar por el fin del mal y el triunfo definitivo de la gracia en todos los ámbitos.
El Adviento es el tiempo por esencia de espera y esperanza activa: pide orar, perdonar, reflexionar, arrepentirse y practicar la caridad para acoger al Señor que viene. Implica desapegarse de la superficialidad, reconciliarse, estar atentos a los signos de Dios y colaborar activamente en la transformación del mundo según los valores del Evangelio. Esta preparación abarca tanto la conversión personal como el compromiso comunitario ante las necesidades del prójimo. ¡Y qué mejor prójimo en nuestro caso que el político por el que rezamos a través de esta comunidad para que dirija sus acciones a la instauración del Reino de Dios! Su responsabilidad les será exigida en la antesala de la Eternidad y más vale que todos ellos reciban luces y que sean fieles a ellas.
Porque Él, El Único y Verdadero Rey, ¡viene pronto!
(Disfruta de este enlace que compartimos en honor del Rey de Reyes)
Fechas más señaladas para agendar en el calendario:
- 3 de diciembre: San Francisco Javier
- 4 de diciembre: San Juan Damasceno
- 6 de diciembre: San Nicolás
- 7 de diciembre: San Ambrosio
- 8 de diciembre: Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen. Patrona de España
- 9 de diciembre: San Juan Diego
- 10 de diciembre: Ntra. Señora de Loreto. Santa Eulalia
- 11 de diciembre: San Dámaso
- 12 de diciembre: Ntra. Señora de Guadalupe (México)
- 13 de noviembre: Santa Lucía
- 14 de diciembre: San Juan de la Cruz
- 18 de diciembre: Ntra. Señora de la O. Ntra. Señora de la Esperanza Macarena
- 20 de diciembre: Santo Domingo de Silos
- 24 de diciembre: Santos antepasados de Jesús: Adán, Abraham, Jacob, David…
- 25 de diciembre: Solemnidad de la Natividad del Señor
- 26 de diciembre: Fiesta de San Esteban protomártir
- 27 de diciembre: Fiesta de San Juan Apóstol y Evangelista
- 28 de diciembre: Fiesta de los Santos Inocentes
- 29 de diciembre: Santo Tomás Becket
- 31 de diciembre: San Silvestre
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