Querido orante de Reza por un Político,
Ya es Adviento, un tiempo santo, una estación litúrgica profundamente significativa que nos prepara para la celebración gozosa de la Navidad. El término «Adviento» proviene del latín adventus, que significa «venida» o «llegada». Este término alude a la espera activa y esperanzada de la venida de nuestro Salvador, Jesucristo. Pero también es un tiempo de preparación interior, de abrir nuestros corazones al misterio del Emmanuel, el «Dios con nosotros».
El Adviento es un tiempo de espera. No se trata de una espera pasiva, sino de una espera activa y llena de fe, esperanza y caridad. Es un período en el que, como María, nos preparamos para recibir a Cristo en nuestras vidas. La liturgia nos invita a reflexionar sobre dos venidas: la primera, cuando Jesús vino al mundo en humildad hace más de dos mil años, y la segunda, que esperamos con fervor, cuando Cristo regrese en gloria al final de los tiempos.
El Adviento nos llama a la conversión. Es un tiempo para evaluar nuestras vidas, reconocer nuestras faltas y buscar la reconciliación con Dios y con los demás. El profeta Isaías y San Juan Bautista nos animan a «preparar el camino del Señor» y a enderezar nuestros caminos. Por tanto, el Adviento es una oportunidad para hacer un alto en nuestras rutinas y examinar cómo podemos vivir más plenamente nuestra fe.
Este período también nos invita al ayuno, aunque no necesariamente en el sentido tradicional de abstenernos de alimentos. Se trata de un ayuno de actitudes y hábitos que nos alejan de Dios: el egoísmo, la superficialidad, la indiferencia hacia el prójimo. En lugar de dejarnos absorber por el bullicio, las comidas de empresa y el consumismo que a menudo domina esta época, el Adviento nos insta a cultivar el silencio interior y la simplicidad para escuchar la voz de Dios.
El color litúrgico del Adviento, el morado, simboliza la penitencia y la esperanza. No es casualidad que durante este tiempo también encendamos las velas de la corona de Adviento. Cada vela, con su luz creciente, nos recuerda que la oscuridad no tiene la última palabra y que la verdadera luz, está por llegar al mundo.
El Adviento es también un tiempo de alegría anticipada. En medio de nuestra preparación, el tercer domingo de Adviento, conocido como Gaudete, nos invita a regocijarnos porque «el Señor está cerca». Es un recordatorio de que nuestra espera no es vana. Dios cumple sus promesas, y la Navidad es la prueba de su amor infinito hacia la humanidad.
Finalmente, este tiempo nos lleva a contemplar el misterio de la Encarnación. La Navidad no es sólo el recuerdo del nacimiento de Jesús, es la celebración de que Dios eligió habitar entre nosotros y compartir nuestra humanidad. Esto transforma nuestra espera y nuestra vida cotidiana, porque nos llama a ser testigos de este amor encarnado en el mundo.
En este tiempo tengamos la Caridad de rezar también por los políticos. A menudo percibimos que las decisiones que toman parecen estar orientadas más hacia intereses personales o partidistas que al bien común. Sin embargo, como cristianos, el Adviento nos invita a no juzgar desde el resentimiento, sino a comprometernos desde la oración. Orar por nuestros gobernantes es una forma de colaborar con la obra de Dios, pidiendo que sus corazones sean iluminados por la sabiduría, la justicia y la compasión que provienen de Él.
La Navidad, en la que celebramos que Cristo se hizo hombre para redimir a la humanidad, nos recuerda que Jesús nació en un contexto de pobreza y opresión, bajo un sistema político que no buscaba el bien de todos. Su mensaje, sin embargo, transformó corazones y marcó el camino hacia una verdadera justicia y paz. En este espíritu, el Adviento nos desafía a ser luz en medio de las sombras, confiando en el poder de la oración para transformar incluso las estructuras más endurecidas. Que nuestras súplicas por los políticos sean un testimonio de nuestra fe en que Dios puede tocar todas las realidades humanas y traer esperanza donde parece faltar.
Que este Adviento sea para todos nosotros un tiempo de esperanza, conversión y preparación espiritual. Que, como los pastores, tengamos corazones humildes y abiertos para recibir al Niño Jesús, y que, como los magos, llevemos a los pies de Cristo lo mejor de nosotros.
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Fechas más señaladas para agendar en el calendario:
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- 3 de diciembre: San Francisco Javier
- 4 de diciembre: San Juan Damasceno
- 6 de diciembre: San Nicolás
- 7 de diciembre: San Ambrosio
- 8 de diciembre: Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen. Patrona de España
- 9 de diciembre: San Juan Diego
- 10 de diciembre: Ntra. Señora de Loreto. Santa Eulalia
- 11 de diciembre: San Dámaso
- 12 de diciembre: Ntra. Señora de Guadalupe (México)
- 13 de noviembre: Santa Lucía
- 14 de diciembre: San Juan de la Cruz
- 18 de diciembre: Ntra. Señora de la O. Ntra. Señora de la Esperanza Macarena
- 20 de diciembre: Santo Domingo de Silos
- 24 de diciembre: Santos antepasados de Jesús: Adán, Abraham, Jacob, David…
- 25 de diciembre: Solemnidad de la Natividad del Señor
- 26 de diciembre: Fiesta de San Esteban protomártir
- 27 de diciembre: Fiesta de San Juan Apóstol y Evangelista
- 28 de diciembre: Fiesta de los Santos Inocentes
- 29 de diciembre: Santo Tomás Becket
- 31 de diciembre: San Silvestre
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