El día 2 de marzo es Miércoles de Ceniza, con él empezamos la Cuaresma. La palabra Cuaresma viene del latín Quadragesima dies (día cuadragésimo), e indica los 40 días que dura este tiempo litúrgico. Este número representa los 40 días que duró el diluvio, los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el desierto, los 40 días de Jesús en el desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
En la Carta Apostólica Mysterii Paschalis, el íncipit del motu proprio del papa Pablo VI emitido el 14 de febrero de 1969, la Cuaresma quedó configurada desde el Miércoles de Ceniza hasta la tarde del Jueves Santo, de modo que actualmente el tiempo cuaresmal no dura 40 días literales.
Según el Derecho Canónico todos los fieles están obligados por ley divina a hacer penitencia. Para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia.
En términos teóricos es muy sencillo: el ayuno significa renunciar a la comida, y la abstinencia renunciar a comer carne. Se le pide ayunar a las personas desde los 18 hasta los 59 años.
La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años. La del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Es aconsejable que, tanto los sacerdotes como los padres, formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados a guardar ayuno o abstinencia.
Tanto el Miércoles de Ceniza como el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia, mientras que todos los viernes del año son días de abstinencia. Es común entre los católicos guardar abstinencia estricta los viernes de Cuaresma, mientras que en los restantes viernes del año, esta puede ser sustituida por alguna de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia: lectura de la Sagrada Escritura, limosna, obras de caridad, obras de piedad o mortificaciones corporales.
El rosario es nuestra arma más eficaz para conseguir el milagro de que España vuelva a ser católica, que nuestros gobernantes dejen de ofender a Nuestro Señor y de que la gran promesa del Sagrado Corazón de Jesús al Padre Bernardo Francisco de Hoyos, S. I. ― declarado Venerable por Juan Pablo II el 12 de Enero de 1996― «Reinaré en España y con más veneración que en otras partes», se cumpla lo más pronto posible.
Nosotros te proponemos rezar por nuestros políticos. Sí, responder a la llamada que nos hace el Papa Francisco al decirnos ‘Cristiano, no critiques tanto, deja de quejarte y actúa: reza por ellos’. Nuestra estrategia consiste en rezar, es decir, en encomendarles a Dios en esta difícil tarea porque tenemos la certeza de que la oración, que tiene un poder eficacísimo, va a ayudar a mejorar muchos males de nuestra política.
De cómo el ejemplo y la oración pueden cambiar los corazones el digital Religión en libertad, en su edición del 3 de enero de 2021, nos cuenta la conversión de Mikel Azurmendi, nacido en San Sebastián en 1942. Fue uno de los primeros miembros de ETA y también uno de los primeros en abandonarla al rechazar sus prácticas criminales. Fue el fundador de ¡Basta ya! y del Foro de Ermua.
Hasta su jubilación, Azurmendi, filósofo por la Sorbona de París, fue profesor de Antropología en la Universidad del País Vasco. Azurmendi se encontraba alejado de Dios, de quien pensaba que: «no es en nada diferente a creer en centauros, hadas o sirenas». Rechazaba todo lo que tuviera que ver con la religión y procuraba no acercarse a los católicos de su entorno. Sin embargo, todo cambió durante los últimos años de su vida cuando conoció cristianos «con una vida buena y bella» que le admiraron y le pusieron a pensar por lo que se animó a explorar la propuesta de Jesús.
En 2018, en su libro El abrazo (editorial Almuzara) Azurmendi escribió sentirse «tocado» por Dios y Cristo, como en el juego de hundir la flota: «me entra como miedo porque, cuando en ese juego de barcos uno queda tocado, enseguida te lo hunden. ¡J*d*r, qué miedo me dio verme hundido! Así es como me entró este hormigueo de miedo de Dios que centellea en mi alma con una luz rojiza y un pitido parpadeante».
Finalmente no sintió miedo, sino confianza y gratitud. Con Cristo, decía: «Lo que cambia es la vida misma incluso a la edad de 78 años. Se trata de una experiencia de muerte del hombre viejo y recuperación del instante. Comienzas un nuevo aprendizaje. Cada instante es una gloria de vida, como un anticipo de lo eterno; sin duda un estallido de alegría. Uno se ve re-nacido, ama la vida y da gracias a cada momento».
Durante casi toda su vida, en el entorno académico, le rodeaban ideas llenas de prejuicios contra el cristianismo. Las religiones serían, según los antropólogos que Azurmendi conocía y estudiaba, sólo «exóticas maneras de canalizar las necesidades materiales».
En otras afirmaciones Azurmendi dijo: «Amar al estilo de Jesús no es producto de un error. Y tan real como esa cadena de seres amando al otro debe de ser real Jesús-Dios”.
Murió católico el 6 de agosto de 2021. Descanse en paz.
Puedes ver la entrevista que le hizo Fernando de Haro con la presentación de Mons. Munilla, como obispo de San Sebastián aquí:
Dice el papa Francisco: “La oración siempre transforma la realidad. Si las cosas que nos rodean no cambian, al menos cambiamos nosotros, cambia nuestro corazón. Jesús prometió el don del Espíritu Santo a cada hombre y a cada mujer que rece”. Recemos pues con mucha fe por nuestros políticos y no dudemos en que algo cambiaremos de esta sociedad descristianizada.
Luis Abeleira y todo el Equipo de Reza por un Político