Noviembre está dedicado a la memoria de las Almas de los difuntos. La devoción se manifiesta mediante acciones de sufragio para los seres queridos fallecidos, pero también para los difuntos en general, y con una profunda meditación sobre la caducidad de la vida humana, sobre su fragilidad ante Dios. Las oraciones recitadas en el ámbito de esta devoción no sólo permiten el acceso a las indulgencias plenarias, sino también contribuyen a purificar las almas de los difuntos, a salvarlos del Purgatorio.
En el mes de la festividad de Cristo Rey del Universo quisiera dedicar especial atención a la eucaristía. Y es que si a Dios mismo en su presencia eucarística no le dispensamos el cuidado que se merece estaremos descuidando lo fundamental de nuestra fe católica.
Especialmente a partir de la desescalada, veo con preocupación cómo la mayoría de fieles que optan por recibir la Santa Comunión en la mano, tras llevarla a su boca, no se cercioran en esa palma de la mano y en estos dedos con los cuales han cogido la Santa Comunión no quedan pequeñas partículas de la misma por ínfimas que sean éstas.
Cabe recordar que los fieles que comulgan en la mano lo hacen porque así lo desean, no porque esté prohibido recibir la Santa Comunión en la boca, ya que recibir la Santa Comunión en la boca es un derecho del fiel -amparado por ejemplo por el numeral 161 de la Instrucción General del Misal Romano y por el numeral 92 de la Instrucción Redemptionis Sacramentum-) y ningún sacerdote puede negarse a ello.
Es importante matizar que, como algunos erróneamente pueden pensar, desde la Santa Sede no se impulsaron los indultos a la comunión en la boca y que la aplicación de dichos indultos no era obligatoria por parte de los obispos que formaban parte de cada Conferencia Episcopal solicitante, sino que éstos, siempre según su prudencia y conciencia, tenían la potestad de sumarse o no al mencionado indulto.
En la actualidad observamos cómo gran parte de los fieles muestran una celosa preocupación por higienizar sus manos con hidrogel, pero una nula preocupación por cuidar de que ninguna partícula de la Santa Comunión, por minúscula que esta sea, se pierda. ¿Cuántas veces hemos visto que aquellos que reciben la Santa Comunión en la mano usan el hidrogel sin esmerarse previamente de que no queden partículas de la Santa Comunión en sus dedos o en la palma de la mano? Nuestro Señor Jesucristo restregado por las manos: una imagen terrible. No hay que olvidar que en cada una de ellas se encuentra realmente presente y al completo -en cuerpo, alma y divinidad- Nuestro Señor Jesucristo
También es preocupante que, con la facilidad que se da hoy en día para comulgar en la mano, simplifica, a los profanadores que lo pretendan, el robo de la Sagrada Comunión, como ha sucedido en demasiadas ocasiones.
Al mismo tiempo a partir de la desescalada también veo con preocupación cómo gran parte de los sacerdotes no hacen un uso meticuloso del purificador de tela después de tocar la Sagrada Forma, se observa tras el rito de la transustanciación. Tal vez sea porque aún no hayan interiorizado la transformación obrada por el Espíritu Santo poco tiempo después de finalizar la epíclesis, durante la consagración. ¿Cuántas veces hemos visto en las celebraciones de la Eucaristía que los ministros ordenados después de tocar la Eucaristía usan el hidrogel sin hacer un uso previo del purificador de tela?
Asimismo observo un proceso desacralizador del Sacramento de la Eucaristía, que nunca se había producido dentro de la Iglesia Católica. Valga como ejemplo el ocurrido en la misa del domingo en una parroquia de Huesca, exactamente en la de Nuestra Señora del Pilar de Canfranc-Estación, donde el sacerdote repartió la comunión a los feligreses en la mano tras empapar la Sagrada Forma en el cáliz. O en la Parroquia de San Ginés en Torroella de Montgri (Gerona) donde el sacerdote delegó en dos feligreses la distribución de la Sagrada Comunión mientras el permanecía sentado, por supuesto solo se permitía comulgar en la mano. O en las parroquias del Vallés Oriental (Barcelona) donde se distribuye la Sagrada Comunión en la mano y es el propio feligrés el que moja la Sagrada Forma en el Cáliz…
Finalizo esta tanda de despropósitos con la burla perpetrada en la Catedral de Toledo con la filmación de varios vídeos eróticos e irreverentes con el consentimiento del Dean de dicha catedral.
No quisiera terminar este escrito sin dedicar unas palabras a la católica Polonia, que nuevamente ha sido atacada por la Comisión Europea con el pretexto de lo manifestado por Piotr Müller, Secretario de Estado de la Cancillería del Primer Ministro Mateusz Morawiecki, referente a lo dictado por el Tribunal Constitucional polaco que ha dicho que los fallos del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea -verdadero látigo del NOM- no están por encima de los del Tribunal Constitucional de Polonia. Cosa que por otro lado también han manifestado en otras ocasiones 9 destacados estados miembros de dicha comunidad, por ejemplo España, pero ninguno de ellos ha sido amenazado por la Comisión Europea; claro está que estos no protegen a su pueblo de las perversas leyes de ideología de género cosa que si hace el gobierno polaco.
Se puede ceder soberanía pero no se puede ceder en tus principios. Las convicciones no funcionan por mayoría y la UE no es nada sin sus cimientos cristianos.
En relación con la Eucaristía decía San Agustín: “Nadie se alimenta de esta carne antes de haberla adorado… Pecamos si no la adoramos”.
San Josemaría Escrivá de Balaguer aconsejaba: “Cuando te acercas al Sagrario piensa que Él… te espera desde hace veinte siglos”.
San Padre Pío de Pietrelcina nos recordaba que: “Hijos míos, nada es demasiado a la hora de prepararnos para la santa comunión”.
Y Santo Tomás de Aquino exclamaba: “¡Prodigio admirable! Comer al Señor el pobre, siervo y humilde”.
Acerquémonos a la Comunión bien preparados, con extrema devoción y teniendo en cuenta lo que vamos a hacer; recordemos que es Cristo en Cuerpo, Alma y Divinidad a Quien estamos recibiendo en nuestro cuerpo de pecadores.
Luis Abeleira y todo el Equipo de Reza por un Político